Desertificación, agua y clima: un solo asunto


La desertización es un proceso natural en el que un área se va transformando en un desierto. En cambio, la desertificación consiste en el deterioro del suelo por la acción humana, en las llamadas “tierras secas”. Estas representan un tercio de la superficie terrestre, de modo que varios países se encuentran afectados.
Asia y África son los continentes que se llevan la peor parte. Sin embargo, en Europa la degradación de los suelos alcanza entre el 60 y el 70 %, especialmente en España. En cualquier caso, es la pérdida del suelo vivo lo que abre paso a la desertificación con todas sus consecuencias.
Entendiendo las causas de la desertificación
El suelo es esa delgada capa que cubre la superficie terrestre, donde crecen la vegetación y otros organismos. De hecho, en él habita el 25 % de la biodiversidad del planeta.
Entre sus funciones está la regulación de los ciclos naturales como el del agua y el del carbono. Pero lamentablemente se trata de un recurso natural no renovable, ya que su tiempo de recuperación sobrepasa la escala humana.
Lo cierto es que la formación de unos pocos centímetros de suelo toma miles de años. Y aunque la erosión es un proceso natural de desgaste del suelo, está siendo acelerada drásticamente. En las “tierras secas”, las lluvias son escasas y los suelos son pobres. Por ello, estas zonas son más vulnerables a:
- La deforestación
- La sobreexplotación de los recursos hídricos
- Los incendios
- La minería
- La urbanización
- Las alteraciones climáticas
- La contaminación
- La agricultura y la ganadería
De esta forma, no solo se ven seriamente afectados los ecosistemas, sino también las personas que dependen de ellos.
El problema no es tan lejano como pensamos
Cuando las tierras degradadas van perdiendo su capacidad para sostener la vida, escasea el agua y las plantas no pueden crecer. Así, el desplazamiento de hábitats y la pérdida de biodiversidad son inevitables. Por ende, el ecosistema se empobrece y, con él, los beneficios que nos ofrece.
Al mismo tiempo, se ven amenazadas la seguridad alimentaria, la economía local y el desarrollo sostenible. También la salud, debido a la desnutrición, la falta de agua limpia y las partículas de polvo que invaden el aire.
Incluso en las ciudades se harán sentir las consecuencias, tanto en la disponibilidad de alimentos como de recursos hídricos.
Pero hay más. El suelo es el principal sumidero terrestre de carbono. Función que, tras ser degradado, ya no puede cumplir. Entonces, ese carbono vuelve a la atmósfera, causando las alteraciones climáticas (sequías, calentamiento). A su vez, estas agudizan el problema inicial, cayendo en un círculo vicioso.
Actualmente, una cuarta parte de las emisiones de CO2 provienen de las actividades de uso de la tierra. Siendo así, la conclusión es lógica: la recuperación de los suelos es un aspecto crucial de la conservación del agua y la lucha contra el calentamiento global.


Todos podemos participar en la lucha contra la desertificación
Así como existe la meta del carbono neutral, se han establecido “objetivos de neutralidad en la degradación de la tierra”. Para ello, la Convención de Lucha contra la Desertificación (CNULD) busca proteger las tierras de cultivo, recuperar las tierras degradadas y lograr una mejor gestión del agua. Desde este espacio, países, empresas y comunidades se han sumado a la tarea.
Incluso existen iniciativas mancomunadas de largo alcance, como la Gran Muralla Verde, que abarca 20 países de África. Esta pretende restaurar 100 millones de hectáreas. La idea es apoyar a los pequeños agricultores para lograr un mejor uso de la tierra. Por ejemplo, creando barreras de piedra que retengan el agua superficial, se impulsa el crecimiento natural de la vegetación.
Básicamente, las medidas contra la desertificación incluyen:
- La reforestación con especies nativas.
- La gestión integral del agua.
- El ordenamiento territorial, especialmente con relación a intervenciones mineras y urbanísticas.
- El saneamiento y la prevención de la contaminación.
- La transformación del actual modelo forestal, agrícola y pecuario.
Como ciudadanos, debemos marcar la diferencia ejerciendo un consumo responsable y adoptando una dieta sostenible. Así, al minimizar nuestras emisiones, reducimos la presión sobre los sumideros naturales de carbono. Además, podemos recurrir a fuentes de energía limpia, a través de empresas especializadas, como Iberdrola. Esta propone instalaciones de autoconsumo, servicios de recarga para vehículos eléctricos ¡y mucho más!
En fin, debemos prestar atención a esta amenaza del mismo modo en que nos preocupamos por nuestras emisiones. Nos toca aprender una nueva forma de hacer uso de la tierra. La mejor manera de construir, fabricar y cultivar es imitando a la naturaleza. ¡Su salud es la nuestra! Síguenos si deseas conocer más sobre otros problemas del medio ambiente, como el smog, o si buscas opciones inteligentes para una vida más sostenible.
Referencias bibliográficas
- FAO. (s.f.). Alianza Mundial por el Suelo.
- FAO. (s.f.). ¿Qué es el Secuestro de Carbono?
- Flores, J. (2022). La desertificación, uno de los grandes problemas ambientales de la actualidad. National Geographic.
- Granda, R. (2022). Desertificación en España: ¿qué es y cuáles son las causas y consecuencias? El Tiempo.
- Nuñez, C. (s.f.). ¿Qué es la desertificación? National Geographic.
- Pescador, D. (2022). Desertificación de España: ¿qué puedo hacer como consumidor para combatirla? elDiario.es
- Rejón, R. (2022). España, cada vez más acechada por la desertificación. elDiario.es
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